miércoles, 11 de febrero de 2015

Tus hijos serán violentos si no les enseñas a aceptar un «no»

El 99% de los casos de agresión de hijos a padres se debe a una educación inadecuada

Los hijos agresores son cada vez más jóvenes, hay muchos que empiezan con 11 años
El pasado jueves un joven de 25 años acabó presuntamente con la vida de su madre, de 49, en su domicilio de Madrid. Los vecinos apuntaban que las discusiones entre ambos eran muy frecuentes, pero nadie auguraba este dramático final porque «el chico era muy agradable y simpático» con todos, «menos con su madre».
Desgraciadamente, no es un hecho aislado. Fuentes de la Policia Nacional aseguran que la violencia filio-parental o ascendente «no cuenta con una estadística propia» y los casos se incluyen «dentro del ámbito de violencia familiar». Aún así, según datos de la Fiscalía General del Estado, las agresiones de hijos a padres han aumentado considerablemente en los últimos años. En 2006 se cuantificaron en España 2.000 casos y en 2012 un total de 4.936. «Solo en 2013 se iniciaron 4.659 procedimientos a jóvenes mayores de 14 años por este tipo de sucesos, siendo Andalucía, Valencia y Cataluña, las regiones que concentraron la mayor parte», resalta Javier Urra, director clínico de Recurra-Ginso y presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Violencia Filio-Parental (Sevifip).
No obstante, los expertos insisten en que existen muchos casos más, pero no se denuncian «por miedo, ignorancia, vergüenza, dejadez y, en general, porque “¿para qué?, ¿acaso soluciona “mi problema”? —apunta José Cabrera, psiquiatra y médico forense—. Y, en la mayoría de los casos —añade—, por lástima quedando siempre en el ánimo de los padres un deseo: “a lo mejor no vuelve a suceder”».

Ataque psicológico y físico severo

Hay ocasiones, incluso, en que los padres no reconocen esta violencia porque la perciben de forma diferente a sus hijos. Se considera violencia filio-parental a las agresiones psicológicas que suponen desobediencia, insultos, amenazas, chantaje, robo de dinero o de objetos familiares de gran valor económico o emocional. Realizar más de seis veces dicho comportamiento en el último año es una agresión psicológica severa. Y, la más conocida, la agresión física, supone romper objetos, daños materiales en el ámbito familiar y agresión a los progenitores. Si se repite tres veces en un año, se considera agresión física severa.
Según datos del juez de Menores de Granada, Emilio Calatayud, el 80% de la violencia de menores en general lo comenten los chicos y un 20% las chicas. En el caso de la violencia filio-parental, el 60% la cometen chicos y el 40% chicas. Ellos eligen más la violencia física y ellas la física y la verbal para hacer un mayor daño moral.
Francisco Castaño, profesor de Secundaria y director deAprendeaeducar.org junto a Pedro García Aguado —conocido por su programa «Hermano mayor»—, asegura que sólo un 1% de los casosde jóvenes que agreden a sus padres se debe a un trastorno o psicopatología. «El 99% de los casos se debe a un problema de educación inadecuada. Es decir, no son chicos malos, sino que tienen un mal comportamiento», puntualiza.
Explica que existe la creencia de que estos chicos han sido víctimas de malos tratos, son adictos a la droga, alcohol y son de clase social baja. «Algunos lo son, pero la mayoría son de clase media y alta. Son hijos de políticos, médicos, deportistas de élite...».

¿Por qué agreden a los padres?

Uno de los principales motivos es, según Castaño, la falta de normas y límites claros en el hogar. «Hay padres que protegen en exceso a sus hijos: les dan todo lo que quieren, les hacen los deberes, les dan dinero para caprichos... En el momento en que le dicen "no", comienzan los gritos y el hijo tenderá a desahogar toda su rabia con golpes o insultos porque no entiende que se le contrarie. Algo parecido ocurre con los hijos de padres muy autoritarios que guardan mucha rabia y en cuanto el pequeño crece y se ve con fuerzas, se enfrenta a los padres de forma violenta para devolverles aquello que consideran injusto».
Otro de los motivos es la fisura educativa entre padre y madrecuando uno le permite cosas y otro no. «La falta de acuerdo en la forma de educar hace que el niño se ponga de parte de uno, del que le permite hacer todo, pero siempre llega un día en que hay algo que no se le puede permitir y el rebote por parte del hijo es tan grande que llega a pegar a sus padres por no comprender dicha negativa».
Es curioso el dato de que muchos jóvenes que agreden a sus padres, no son violentos fuera de su hogar. «En Inglaterra se ha realizado un estudio que determina que el 36% de los chicos y chicas que pegan en casa también lo hacen en la calle —apunta Urra—. El resto no. En España no hay un estudio al respecto, pero sí es muy significativo que cuando sucede este tipo de violencia los profesores se quedan sorprendidos: «¡pero si es un chico estupendo en clase!».

Cada vez más jóvenes

Según el director de Aprendeaeducar.org, los padres no deben esperar a que los hijos sean adolescentes para ver si son agresivos o no. «Los problemas se gestan en Primaria, pero se manifiestan en Secundaria. Hace años, eran los chavales de 16 años los más conflictivos. Actualmente la consulta está llena de niños de 11 y 12 años que agreden a sus padres», asegura.
¿La razón de este adelanto en la edad? La sociedad actual les está ofreciendo antes de tiempo acceso a demasiadas cosas. Las nuevas tecnologías, por ejemplo, les permiten ver sin límites películas violentas, de sexo, drogas... y los padres no supervisan los contenidos.
Cuando un hijo no aceptan un “no“, monta grandes peleas, incumple las normas de forma alarmante, etc., es aconsejable que consulten con un experto en psicología o terapia educacional. «En consulta —explica Castaño— primero trabajamos con los padres: les enseñamos a poner normas, a comunicarse, a que se den cuenta de que los hijos no están en contra de ellos, sino que repiten un comportamiento aprendido; es decir, si grito y pego al final consigo lo que quiero. Posteriormente tratamos a los hijos».

Trato jurídico

Desde el punto de vista jurídico no existen herramientas suficientes para reeducar a estos jóvenes. «La ley Orgánica 1/96 de protección jurídica al menor va a ser modificada y va a incluir un párrafo que menciona la violencia ascendente, un reconocimiento que supone un gran paso», asegura Urra.
Pero, hasta el momento, cuando unos padres denuncian, el hijo si es menor puede ir a un centro de reforma y los mayores de edad a la cárcel. «Esta privación de libertad por un tiempo no resuelve el problema y seguramente el chico saldrá con mayor rencor hacia sus padres que con el que entró. Es necesario un sistema que les facilite pautas educativas para cambiar su comportamiento», concluye Urra.
El juez de menores, Emilio Calatayud, considera un error que Rodríguez Zapatero suprimiera el artículo 154 del Código Civilque aseguraba que «los padres pueden corregir razonablemente a los hijos», artículo que el PP tampoco ha recuperado.
«El problema —asegura— es que los padres han perdido toda autoridad y no saben decir «no», lo que convierte a sus hijos en unos tiranos. Se olvidan de que el artículo 155 apunta que «los hijos deben obedecer a sus padres mientras estén bajo su potestad y respetarles siempre. En la mayoría de los casos de violencia «la culpa es de los padres por no saber mantener su autoridad y negarse a ser esclavos de sus hijos. Si han incrementado el número de agresiones es porque algo falla: su educación».
El juez añade que es importante que los padres aprendan a reconducir cuanto antes la conducta de sus hijos. «Es más fácil conseguirlo cuando tienen ocho años que cuando han cumplido quince».

Radiografía de los hijos agresores

lunes, 9 de febrero de 2015

Guía de resiliencia para padres y profesores

Tendemos a idealizar la infancia como un momento del desarrollo en el que carecemos de preocupaciones. Sin embargo, esta etapa no protege contra las heridas emocionales y los traumas que muchos niños suelen experimentar, y que pueden venir derivados de una amplia variedad de problemas como, por ejemplo, la adaptación a un nuevo colegio, el acoso por parte de los compañeros de clase o sufrir abusos en el hogar. La capacidad de desarrollarse a pesar de los desafíos surge de las habilidades de resiliencia.
Con esta introducción, comienza la “Guía de resiliencia para padres y profesores”, un artículo publicado por la APA (Asociación Americana de Psicología-American Psychologycal Association) en su página Web, a través del cual ofrece una serie de recomendaciones dirigidas tanto a padres como a profesores, con el fin de ayudar a niños y adolescentes a desarrollar su resiliencia (entendida como la capacidad para hacer frente de forma eficaz a la adversidad, al trauma, a las amenazas o a fuentes estresantes).
Tal y como indica la APA, si bien el dolor emocional y la tristeza son sentimientos que suelen experimentarse tras sufrir un trauma importante o una pérdida personal (o al enterarnos de la pérdida o trauma de otra persona), es esencial saber hacerles frente y sobreponerse a ellos.
Los niños, concretamente, pueden aprender a desarrollar su resiliencia y, tanto padres como profesores, juegan un papel importante ayudándoles a fomentarla. Para tal fin, la Asociación enumera los siguientes consejos:
1. Establecer conexiones sociales
Relacionarse con las personas brinda apoyo social y fortalece la resiliencia. Ayude a su hijo a hacer amigos, enseñándoles la habilidad de la empatía (ponerse en el lugar del otro). Construya una red familiar fuerte para poder apoyar a su hijo ante decepciones y disgustos inevitables.
En la escuela, hay que estar atento a las relaciones entre los niños y comprobar que ninguno esté aislado.
2. Ayude a su hijo a ayudar a otros
Ayudar a otros puede permitir a su hijo superar la sensación de impotencia. Anímele a involucrarse en trabajos voluntarios apropiados para su edad, o pídale ayuda en algunas tareas que él o ella domine. En la escuela, se puede realizar en el aula una lluvia de ideas acerca de las formas en que pueden apoyar a los demás.
3. Mantenga una rutina diaria
Seguir una rutina puede ser reconfortante para los niños, especialmente los más pequeños, que necesitan una estructura en sus vidas. Inste a su hijo a desarrollar sus propias rutinas.
4. Hacer pausas
Aunque, como ya comentamos en el punto anterior, es importante seguir una rutina, preocuparse constantemente puede ser contraproducente. Enseñe a su hijo a centrar su atención en cosas distintas de aquellas que le inquietan. Controle si está expuesto a información que pueda preocuparle -ya sea en Internet, a través de noticias o conversaciones escuchadas-, y ayúdele a distraerse de los pensamientos preocupantes.
En la escuela, es importante contar con un tiempo no estructurado en la jornada escolar para que los niños puedan desarrollar su creatividad.
5. Enseñe a su hijo a autocuidarse
Los padres constituyen un modelo de aprendizaje para los niños. Por tanto, sea un buen ejemplo de hábitos saludables para su hijo, mostrándole la importancia de comer adecuadamente, hacer ejercicio y descansar las horas necesarias. Asegúrese también de que disponga de un tiempo para poder divertirse y relajarse. El autocuidado, ayudará a su hijo a mantenerse equilibrado y a manejar mejor los momentos de estrés.
6. Establezca metas
Es importante que los niños aprendan a fijarse objetivos razonables, y a alcanzarlos paso a paso. Avanzar hacia esa meta –incluso si se ha dado un pequeño paso-, y recibir elogios como refuerzo, le ayudará a desarrollar una actitud positiva, centrándose en los logros en lugar de los fracasos, y fomentará la construcción de la capacidad de resiliencia para encarar los desafíos.
En la escuela, con los niños más pequeños, es importante descomponer las tareas grandes en pequeños objetivos alcanzables. Con los mayores, reconozca y refuerce sus logros a medida que vayan dirigiéndose hacia metas mayores.
7. Cultivar una autoimagen positiva
Anime a su hijo a recordar situaciones pasadas en las que ha lidiado con éxito con las dificultades, haciéndole ver que los desafíos promueven el desarrollo de la capacidad para manejar otros retos en el futuro. Anímele a confiar en sí mismo a la hora de resolver problemas y tomar las decisiones adecuadas. Recuérdele la importancia de ver la vida con humor y saber reírse de uno mismo.
En el aula, muestre a los niños que sus logros individuales pueden contribuir al bienestar del conjunto de la clase.
8. Mantener las cosas en perspectiva y una actitud positiva
Cuando su hijo se enfrente a un acontecimiento muy doloroso, enséñele a ver la situación en un contexto más amplio y a mantener una visión a largo plazo. Dado que a los niños, por su edad, puede resultarles difícil mirar las cosas con visión de futuro, ayúdele a comprender que los problemas presentes se pueden considerar a largo plazo, y que, más adelante, la situación puede mejorar en comparación con el momento presente. Una visión optimista y positiva permitirá a su hijo ver las cosas buenas de la vida y avanzar, hasta en los momentos más difíciles.
En la escuela, muestre a los niños que los problemas se pueden superar y la vida continúa después de un acontecimiento negativo, utilizando, para tal fin, una historia o un cuento que lo ilustre.
9. Buscar oportunidades para el autodescubrimiento
Durante los momentos difíciles, los niños suelen aprender más sobre sí mismos. Explique a su hijo que es posible extraer una enseñanza de todas las situaciones a las que nos enfrentamos, ya sean positivas o negativas.
En la escuela, abra un debate y anime a los estudiantes a explicar qué cosas han aprendido después de pasar por una experiencia difícil.
10. Aceptar que el cambio es parte de la vida
Desde que nacemos, nuestra vida está llena de cambios a los que debemos adaptarnos. Para algunos niños, estas situaciones suelen ser difíciles, y pueden vivirse de forma angustiosa. Por esta razón, es fundamental que explique a su hijo que el cambio es parte de la vida, y que cuando las metas se vuelven inalcanzables, se pueden sustituir por otras nuevas.
En la escuela, haga conscientes a los estudiantes de los cambios que han experimentado a medida que han ido pasando de curso, y hablen sobre el impacto que han tenido sobre ellos dichos cambios.
La resiliencia en función de la etapa escolar
A parte de las recomendaciones anteriores, la Guía de resiliencia cuenta con varios apartados en los que aborda la construcción de la resiliencia de forma más específica, orientando a padres y profesores en este proceso, en función del momento del desarrollo del niño y de la etapa escolar en la que se encuentra.
Para finalizar, la APA subraya que, si bien esta Guía proporciona información útil, no debe ser utilizada como sustituta de un profesional de la salud mental, y recomienda acudir a uno en caso necesario. A este respecto, recuerda que los psicólogos son profesionales capacitados para ayudar a su hijo a fortalecer su resiliencia y aprender a perseverar en momentos de estrés o trauma.
Si deseas consultar la Guía completa, pincha el siguiente enlace: Guía de resiliencia para padres y profesores

Infocop

miércoles, 4 de febrero de 2015

7 de cada 10 niños serán adictos a las nuevas tecnologías en la adolescencia. Cómo evitarlo.

Adicción a las nuevas tecnologias TIC
Según Marc Masip del Programa Desconect@, el 77% de los jóvenes de entre 18 y 24 años son adictos a las nuevas tecnologías.

Marc y Eva son una pareja joven de unos 35 años con dos niños pequeños. Les gusta salir en familia y suelen ir a comer al mismo restaurante con frecuencia. Es un sitio encantador y tranquilo, el bebé se queda dormido en el carrito y a Erik le dan la Tablet para que juegue y vea dibujos, mientras ellos charlan con sus amigos, otra familia que tiene una niña de 4 años y que también disfruta de sus dibujos preferidos en su tablet. ¿Qué está pasando? ¿Dónde se quedan las relaciones personales?
Es una estampa muy habitual ver familias en terrazas o restaurantes disfrutar de un rato juntos con los niños inmersos en sus consolas portátiles o sus tablets.
Es muy fácil para los padres tener entretenidos a los niños mientras ellos toman algo o hacen las tareas del hogar. Pero es un riesgo y creo que debemos saber cómo hacer un buen uso de las nuevas tecnologías, porque, como todo en la vida, tiene su lado bueno y su lado malo. No se trata de demonizar su uso, eso sería injusto y poco realista. El mundo se mueve con las nuevas tecnologías y nuestros hijos deben saber usarlas. Si guiamos su aprendizaje, podemos sacarles mucho partido, tienen un gran potencial y forman parte de nuestra manera de comunicarnos con el mundo. Una manera rápida, sencilla y muy potente.

Recomendaciones básicas para un buen uso de las TIC:

  1. Debemos tener en cuenta la edad del niño:
En niños de 0 a 2 años se desaconseja el uso de las nuevas tecnologías (móviles, tableta, TV, videojuegos.). En esta edad el desarrollo del cerebro es vertiginoso y está muy determinado por la estimulación externa que le llega al niño/a. Tan nocivo es una estimulación excesiva como una deficitaria. Se ha demostrado que exponerlos a estímulos tan rápidos y tan potentes como las nuevas tecnologías está asociado con déficit de atención, retrasos cognitivos, problemas de aprendizaje, impulsividad y disminución de la capacidad de autorregularse. Véase
A partir de los 3 años, se recomienda un uso guiado, es decir, bajo supervisión, pero sobre todo con el acompañamiento de sus padres. Se trata de compartir con ellos, de jugar juntos, no de usar la tablet como un canguro. El objetivo de introducir a los niños en el uso de las TIC a tan temprana edad, no es otro que el de aprovechar lo receptivos que son y las ganas que tienen de compartir con sus padres, para enseñar un buen uso de estas tecnologías. Estudios como el de Guillermo Cánovas nos animan a aprovechar la oportunidad de usar bien estas nuevas tecnologías con nuestros hijos: ¿Cómo? Sentándonos a su lado! (el estudio)
Adicción a las TIC
Si desde pequeños, se habitúan a interaccionar con nosotros en el uso de las nuevas tecnologías,en la adolescencia nos será más fácil seguir interactuando sin que lo vean como una intromisión. Si les hemos educado en su buen uso, cuando son pequeños, tendremos mucho terreno ganado cuando crezcan. Además podemos enseñarles a aprovechar mucho más las TIC y no a usarlas solo como un mero entreteniemiento.
  1. Tiempos de uso.
Hay estudios que dicen que dos horas diarias ya se considera excesivo. Yo lo que recomiendo es que nunca debe dejar a los niños sin tiempo para jugar a juegos más tradicionales porque son imprescindibles para el buen desarrollo del niño. Contando que hoy en día, desgraciadamente, los niños tienen muy poco tiempo para jugar, hay que velar porque un 80% de este tiempo se realicen juegos simbólicos (jugar a cocinitas, jugar con los cochecitos, con las muñecas a hacer una familia o una clase del colegio…), juegos de construcción, puzzles, pintura y manualidades.
Lo importante es pactar el tiempo que pasarán navegando por internet, viendo la TV o jugando a los videojuegos, sobre todo con los adolescentes. Hay tiempo para todo, hacer deporte, salir con los amigos, leer, estudiar y realizar otras actividades. Debemos procurar que nuestros hijos dediquen tiempo a todo y no dediquen demasiado tiempo a nada, es decir, no dejar que su tiempo esté dedicado en exclusiva al uso de las TIC.
  1. La tablet no es una niñera
Tic como niñeras
Debe ser una herramienta más para jugar e interaccionar con nuestros hijos. No hay que usarla constantemente de niñera mientras hacemos otras tareas de la casa, sin un control de lo que hacen ni del tiempo que pasan. Un uso excesivo y en solitario podría propiciar problemas de aislamiento y adicciónLas TIC pueden tener una función educativa siempre y cuando los padres estén presentes en su uso, de lo contrario su función pasa a ser meramente de ocio y entretenimiento.

  1. Evitar el uso de la tecnología en sus habitaciones
No es conveniente que nuestros hijos tengan TV en sus habitaciones o videojuegos. La mayoría de expertos recomiendan tener el ordenador en una zona común de la casa. La razón es obvia, si está en sus habitaciones, el control que pueden ejercer los padres es relativo, además fomenta el aislamiento y la poca comunicación familiar. Si la TV, el ordenador, la consola…están en una zona común de la casa, se deberá negociar qué programa de TV vemos, cuanto rato usamos el ordenador o cuando se juega y cuando no. Facilitará la comunicación y el control parental, además del tiempo en familia.
  1. El uso de las TICS como premios o castigos
Adicción jovenes al TICS
Es muy frecuente usarlos como premios: “si te portas bien te dejo la Tablet” o como castigos: “estás castigado sin navegar por internet durante una semana”. Prohibir su uso las va a hacer más deseables. Usarlas como herramientas de intercambio puede ser contraproducente porque nuestros hijos harán las cosas por y para usar las TICS y una vez lo consigan cesarán en su empeñoNo enseñamos un buen uso, les damos más valor del que tienen y, lo que es peor, enseñamos a nuestros hijos a hacer las cosas a cambio de algo. Con esto no quiero decir que no se use nunca como premio o castigo, en situaciones que estén relacionadas con las TIC será efectivo usarlo, por ejemplo si dos hermanos se estánpeleando por la Tablet, quitarla hasta que lleguen a un acuerdo podría ser muy efectivo. Otro ejemplo sería dejar ver la TV o jugar a un videojuego después de haber hecho sus responsabilidades diarias, como momento de ocio y de descanso.

  1. Interesarse por lo que hacen
¿Qué juegos son sus preferidos? ¿Qué páginas visitan? Pasar tiempo con ellos mientras usan las nuevas tecnologías nos dará información de sus preferencias y podremos aprovechar para remarcar qué juegos son más educativos, qué estereotipos transmite cierta página web, cómo buscar información, … Educar a nuestros hijos en su uso y estar bien atentos a lo que hacen cuando están conectados. Advertirles de los peligros de colgar ciertas cosas en la red y recomendarles juegos más educativos.
  1. Dar valor a las relaciones humanas
La comunicación virtual es un hecho, pero no debe sustituir nunca a la relación cara a cara. Fomentar unas buenas relaciones interpersonales, que salga con sus amigos, que no se relacione única y exclusivamente por la red. Enseñar con el ejemplo, pasando tiempo juntos, tiempo con otros amigos y familiares, que aprenda a disfrutar de esos momentos también. Encerrarse en casa y relacionarse solo de manera virtual puede potenciar la fobia social.
  1. Juego en solitario vs juego compartido
Sin duda la segunda opción va a ser más recomendable que la primera. Fomenta la comunicación y se convierte en un apoyo del desarrollo social. Una modalidad que se está usando mucho, es el juego on-line. Jugar en línea con tus amigos es una gran opción. El juego en solitario, pierde en cuanto a poder educativo se refiere, siendo solo un entretenimiento sin ningún fin educativo. Los videojuegos deben ser apropiados a su edad y mejor si juegan con su familia o amigos.
  1. Restringir el uso de consolas portátiles
Adiccion Tic aislamiento familiar
Las videoconsolas portátiles facilitan que los niños puedan jugar en cualquier lugar y en cualquier momento. Su uso en momentos de encuentros familiares, como puede ser comiendo en un restaurante, debería ser restringido. Nuestros hijos tienen que relacionarse con los demás, es la única manera de aprender a desarrollar las habilidades sociales.

Todas las nuevas tecnologías portátiles pueden promover que nuestros hijos no se expongan a situaciones de relación con los demás y se aíslen.
También debemos evitar el uso de móviles, tablets o videoconsolas durante las comidas en casa. Todos juntos en la mesa, debería ser un momento de comunicación familiar, si ponemos la TV o si cada uno está con su móvil en la mesa, está claro que no hablaremos, al menos no entre nosotros.
  1. Saber detectar una posible adicción
Si has notado que tu hijo/a pasa demasiado tiempo usando las TIC y no es consciente realmente del tiempo que está. Si se muestra más inquieto e irritable de lo normal, sobre todo cuando no las puede usar. Si ha dejado de hacer actividades de ocio que antes hacía para dedicar más tiempo a las TIC. Si deja de lado sus responsabilidades y a sus amigos, es probable que se esté desarrollando una adicción. Lo mejor que podemos hacer si esto ocurre, es hablar con el/ella sobre nuestra preocupación y buscar ayuda profesional.
 Como podéis ver, no hay fórmulas mágicas, casi todo lo relacionado con nuestros hijos se podría resumir en dos palabras: tiempo juntos y dedicación.

lunes, 2 de febrero de 2015

Las 10 pautas de una buena relación entre padres, hijos y profesores

Familias y escuelas deben remar en la misma dirección para un mayor beneficio del alumno

Según Eva Bach, pionera en educación emocional, las relaciones entre padres y profesores están bastante deterioradas y deben mejorarse mucho por el bien de todos pero, sobre todo, por el del alumno.En su opinión, tal y como explicó en su intervención durante la celebración de las jornadas «Gestionando Hijos», existen diez pasos para mejorar esta triple relación:
La confianza de los padres en el profesorado no es es opcional, debe ser imprescindible. Es necesario que confíen en que hacen bien su trabajo.
—Debe existir sintonía de fondo: es decir, remar hacia un horizonte común orientado hacia la motivación, los objetivos, el esfuerzo, los valores y sentimientos, coincidentes entre ambas partes o, al menos, similares.
—Tener claras las funciones de cada uno: los padres deben estar en su lugar y los profesores en el suyo. Eva Bach lamenta la gran cantidad de veces que ve a padres que pretenden decir a los profesores cómo tienen que enseñar o puntuar su asignatura y a profesores que piensan que son mejores que los padres de sus alumnos.
—En el colegio, los niños deben cumplir las normas de la escuela y en casa las que pongan los padres. Son dos ámbitos distintos, pero deberían ir en una línea muy similar o, al menos, perseguir el mismo objetivo. Sería muy recomendable «que los padres transmitieran a sus hijos que lo que dice el profesor es sagrado porque tiene conciencia de lo que hace, al igual que se confía en las normas que pone un abuelo que ha educado a los padres. La idea —explica Bach— es que los niños tengan consideración y validen el respeto hacia los docentes».
—Comunicación asertiva: los padres y profesores deben comunicarse siendo exquisitos en el fondo y las formas, especialmente cuando no están de acuerdo en algún aspecto. Hay que llegar dialogar desde la educación, la madurez y el respeto.
—Valorar que los profesores menos brillantes también saben educar: cuando no nos gusta un profesor no significa necesariamente que sea malo, que no valga. Siempre hay aspectos positivos y merece la pena esforzarnos por saber cuáles son y decírselo a los hijos.
—Los padres deben responsabilizar a sus hijos de la tarea de llevarse bien con el personal docente. Para ello, es necesario que los padres les doten de las herramientas necesarias.
Contagio emocional positivo: hay que tener cuidado con los mensajes que se transmiten para que los niños no escuchen de los padres comentarios despectivos hacia el profesorado.
—Ser buenos aliados de los profesores de nuestros hijos y no únicamente aliarnos con ellos en contra de los docentes.
—Contribuir a reestablecer el prestigio social del profesorado: todos los maestros, en mayor o menor medida, enseñan a nuestros hijos.
 LAURA PERAITA